Al suroeste de la provincia de Almería, Andalucía, se encuentra el Parque Natural Cabo de Gata. A lo largo de todo su litoral, escarpado y abrupto, van asomando edificaciones defensivas que en su día sirvieron para protegerse de los piratas. Playas vírgenes y solitarias con unas aguas de color azul intenso, dunas, acantilados, pequeños pueblos de pescadores y molinos de viento, van aderezando este precioso destino en el que el mar, la tierra y la luz son los auténticos protagonistas.

El faro se inauguró sin problemas en la noche del 31 de diciembre de 1863, haciendo los turnos de vela sus dos torreros: Eustasio Page y Francisco Manresa. Un torrero velaba desde la hora de encendido hasta las 12 de la noche, mientras el otro dormía en la cámara de servicio, situada debajo de la de iluminación. A media noche se efectuaba el relevo, el otro torrero velaba hasta la hora de apagar mientras su compañero dormía en la cámara de servicio, por si se producía alguna eventualidad que precisara de su ayuda.

La cámara de iluminación donde se encuentran la lámpara y la óptica, debía estar siempre bien cerrada para evitar corrientes de aire y entrada de polvo.

Cuando se apagaba el faro, había que hacer la limpieza diaria de la lámpara, cristales de linterna, óptica; además de correr las cortinas para evitar que los rayos de sol, a través de la óptica, pudiesen originar un incendio.

La inauguración de esta luz, cubría la falta de faros entre los de Cabo de Gata y Cabo Tiñoso, siendo de gran ayuda a los navegantes procedentes del Mediterráneo norte, que vienen a doblar el cabo de Gata con dirección al estrecho de Gibraltar. (Faro de Mesa Roldán, Mario Sanz.).

Junto a la naturaleza más pura también es posible encontrar lugares de interés como el faro de Cabo de Gata. Considerado como el punto de más suroriental de toda la península ibérica, fue levantado en 1896 sobre las ruinas del castillo de San Francisco de Paula. Debajo del mismo se encuentra el Arrecife de las Sirenas dominado por un arrecife con el mismo nombre. Se llama así por ser el lugar donde antiguamente se encontraba la foca monje actualmente desaparecida.

Merece la pena acercarnos hasta la pequeña localidad de San Miguel de Cabo de Gata. La funcionalidad y la sencillez son las características de este pueblo de paredes blancas con las que combaten las elevadas temperaturas veraniegas. Esta población que asoma al mar y que cuenta como principales fuentes de ingresos el turismo y la pesca, conserva una atalaya que servía como torre vigía en siglos anteriores.

Las salinas situadas al lado de la carretera, además de ser una fuente de recursos naturales, son fundamentales para el entramado ecológico de este parque. El motivo es que son parada y fonda para numerosas aves, sobre todo para los flamencos.

En el poblado minero de Rodalquilar, testigo en su día de la popular «fiebre del oro», podemos visitar su centro de interpretación. Aquí aprenderás todo lo referente a este pueblo e incluso podrás visitar las ruinas de su casa de fundición.

Si has leído o al menos has oído hablar de las "Bodas de Sangre" de Federico García Lorca, debes saber que este libro está inspirado en el crimen de Níjar acontecido en 1928. Si quieres conocer la historia de primera mano, acércate hasta este pueblo y visita el Cortijo del Fraile, lugar donde sucedieron todos los hechos.

Este magnífico parque natural ofrece también muchos atractivos al paladar. En este destino se elaboran platos tan únicos como los gurullos. Consiste en un potaje elaborado con garbanzos, perdiz, pasta y liebre o conejo. Las migas de harina servidas con chorizos, arenques y pimientos verdes, es un menú típico de los escasos días de lluvias en esta región. Otra delicia de esta zona es la caldereta de pescado servida con patatas. No en vano, es un lugar con una pesca abundante. Por supuesto, no hay que marcharse de Cabo de Gata sin haber probado antes una deliciosa parrilla de pescado recién cogido a orillas del mar.